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La industria sigue sin arrancar

Les compartimos la columna semanal de economía, que la Fundación Pueblos del Sur lleva adelante en el portal Conclusión. En esta ocasión, se hace referencia al presente que atraviesa la industria nacional de nuestro país y el impacto de las políticas económicas tomadas por el gobierno.

Después de un recesivo 2016, en el que el producto bruto argentino se contrajo un 2,2 por ciento, la actividad económica registró una leve recuperación, que según los últimos datos proporcionados por el INDEC, creció entre enero y noviembre de 2017 un 2,9 por ciento respecto a igual periodo del año anterior. Los sectores que más aportan a esta magra recuperación son el de la construcción (16,6%) y de la intermediación financiera (7,8%), ambos con la considerable ayuda de la “mano visible” del estado.

Por su parte, el sector industrial, a pesar de haber evidenciado datos positivos en los últimos meses, no logra afianzar un camino de crecimiento sostenido. Como es sabido, el nuevo rumbo económico instaurado desde diciembre de 2015 abandonó las políticas de protección a la industria nacional, hecho que impactó principalmente en las PyMEs manufactureras (de hecho, este fue uno de los sectores más perjudicados desde que la Alianza Cambiemos asumió la presidencia de la nación).

La indiscriminada apertura importadora que desplazó la oferta de productos nacionales por extranjeros, la caída en el consumo doméstico, el aumento en los costos internos (entre los principales: energía, agua, gas y combustibles), y la desregulación del mercado cambiario (en poco más de un año la moneda argentina se devaluó alrededor del 100%), son factores clave a la hora de comprender la caída en la industria. A esto, hay que agregar la suba de tasas de interés (propiciada por el propio BCRA) que resulta un claro desincentiva a la inversión productiva (no por nada la intermediación financiera fue uno de los sectores que mejor le fue en los últimos dos años).

En diciembre de 2017, la actividad industrial marcó un ligero aumento del 0,3 por ciento respecto a igual mes del año pasado. El acumulado anual registró un crecimiento del 1,8% respecto a igual periodo de 2016, repunte que no alcanzó para compensar la desplome del 4,6 por ciento que sufrió el año anterior. De un total de doce subsectores, solo la mitad presentó signos de mejora durante 2017.

El sector de metales básicos fue el de mejor performance durante el 2017, que contabilizó un crecimiento anual del 9,2 por ciento respecto al 2016. También se destaca la industria metalmecánica con un aumento de 8,5 por ciento, los productos minerales no metálicos con 6,2 por ciento, y el bloque automotriz con 5,4 por ciento. Son claramente los subsectores vinculados a las actividades productivas ganadoras de este modelo.

Por su parte, el sector textil, el alimenticio y el del tabaco no logran recuperarse. El primero, tal vez el más perjudicados por las importaciones, que entre enero y diciembre de 2017, vio caer su producción un 6,7% con respecto a igual periodo de 2016. Esta caída se le suma al 4,3% que cayó durante 2016 en comparación al 2015. La actividad alimenticia y la producción de tabaco se contrajeron 1,4% y 4,7%, respectivamente. Se trata de sectores mano de obra intensivos que no parecen tener un lugar dentro del esquema económico de Cambiemos.

Esta idea se refuerza al observar que las industrias que aumentaron su producción lo hicieron gracias a la mayor demanda de la actividad de la construcción impulsada por la obra pública, del sector agrícola y de los desarrollos en las distintas áreas energéticas, sectores políticamente beneficiados por el gobierno nacional.

Otro signo que evidencia la falta de arranque en la industria es el uso de la capacidad instalada, es decir, la proporción utilizada sobre el total de la capacidad productiva del sector. Según informó el INDEC, la utilización de la capacidad se ubicó, en diciembre de 2017, en 64 por ciento, número escasamente mayor al 63,6 por ciento registrado en el mismo mes del año anterior. El promedio durante 2017 fue de 65,3 por ciento, mientras que en 2016 se ubicó en 64,4 por ciento. El apagón estadístico generado desde la asunción de Cambiemos dificulta las comparaciones, pero el último dato disponible de 2015 nos revela que el uso de la capacidad instalada en octubre de ese año se ubicó en 71,4 por ciento, alrededor de 7 puntos por encima de la registrada actualmente.

Ningún país que quiera proteger su mercado interno de los vaivenes del comercio mundial deja caer su industria, porque su riqueza proviene de la capacidad de incorporar valor a las materias primas. Ningún gobierno que tenga al empleo digno como objetivo de política económica abandona los sectores mano de obra intensivos a merced del competencia mundial. Los datos oficiales reflejan la orientación política que el gobierno de Cambiemos le está dando a la economía nacional.



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